Publicación Original: Figaro CHILE Desierto florido 23_12_22
Traducción Propia:
Chile
Los colores del desierto
En la Región de Atacama, una floración excepcional atrae a los visitantes durante la primavera austral. Un fenómeno encantador, efímero y poco frecuente. La Presidenta chilena ha anunciado la creación del Parque Nacional del Desierto Florido en 2023. Una suave exploración de paisajes tan preciosos como frágiles.
Texto
A principios de octubre, Santiago se despierta con la frescura del amanecer. Son las 6 de la mañana y pronto el suave clima primaveral envolverá la capital chilena. Nos dirigimos al aeropuerto Arturo-Merino-Benítez para tomar un vuelo a la ciudad de Copiapó, 700 km al norte del país, en la región de Atacama, situada en pleno sur del desierto de Atacama, uno de los más áridos del planeta. ¿El objetivo? Recorrer y descubrir durante 4 días una parte del desierto florido, un territorio de aproximadamente 160 km de largo y 80 km de ancho delimitado por las comunas de Caldera, Copiapó, Huasco y Vallenar.
«El desierto florido» (en castellano) debe su nombre a una increíble floración que sólo se produce cada cinco años aproximadamente, creando un suspense que aumenta su belleza. Un regalo de la naturaleza para los chilenos y especialmente para los habitantes de esta región. Es el fenómeno climático de El Niño el que provoca las precipitaciones necesarias para que florezca este pequeño milagro, posible cuando las lluvias invernales son más abundantes de lo habitual. Semillas y bulbos que han permanecido dormidos en el suelo durante años despiertan de repente en la primavera austral, creando alfombras vegetales que destacan por su densidad y colorido. En esta primavera de 2022, bajo la influencia por tercer año consecutivo de La Niña (lo contrario de El Niño), menos favorable a la floración, las previsiones eran pesimistas. Pero los caprichos del tiempo y las fuertes lluvias de los pasados meses de junio y julio cambiaron la situación. A finales de septiembre comenzó la metamorfosis del desierto, impresionante.
7.30 h, sala de embarque, el vuelo a Copiapó se anuncia con media hora de retraso, luego una hora, dos horas, tres horas… Ninguno de los pasajeros -locales, mineros que vuelven a su trabajo, turistas chilenos…- muestra impaciencia. Porque, ¿qué se puede hacer ante la espesa niebla que es la «camanchaca», que significa «oscuridad» en lengua aymara? Esta niebla cambiante es el resultado del encuentro entre los vientos alisios, que son cálidos, y la corriente marítima fría de Humboldt que recorre la costa. La «camanchaca» impone su ritmo, penetra en las tierras costeras a lo largo de varias decenas de kilómetros, se hunde y se infiltra en los valles como una serpiente reptante. También desempeña un papel formidable al envolver las plantas con una humedad salvadora.
Cuando aterrizamos cuatro horas más tarde, la niebla se había disipado, el cielo azul estaba despejado y la temperatura era muy agradable. Ercio nos recibe con mucho cariño. Este nativo de Copiapó lleva décadas vagando por el desierto. Él será nuestro guía en esta exploración botánica. Al volante de su camioneta, vehículo imprescindible para recorrer la región, toma la carretera C5, en dirección norte, hacia Caldera. Primera parada en una pista de arena. Primeros pasos y oh sorpresa, por todas partes pequeñas conchas blancas,
testigos de la presencia del mar en tiempos lejanos. A primera vista, no hay mucho que ver. Pero entonces, aquí y allá, se revela la magia que se esconde a nuestros pies. Como esculturas en forma de rosetas verdes que contrastan con el ocre de los granos de arena, las suculentas cubren el suelo. A lo largo del paseo, los bordes de la pista se adornan con colores brillantes. Aquí, bajo el efecto del viento, las flores del «clavelillo» (Schizopetalon maritimum), con su serrado cincelado, ondulan en sucesivas ondas blancas. Más adelante, el tomatillo (Solanum heterantherum), con sus grandes pétalos morados y su corazón amarillo brillante, se agrupa en arboledas. Los «lirios de campo» (Alstroemeria philippii…) vestidos con corolas lilas, salpicadas de amarillo y púrpura, parecen mariposas alzando el vuelo. En pocos kilómetros, la arena ha dado paso a un paisaje rocoso. Desde las entrañas de la tierra, arbustos en flor se aferran en racimos a través de huecos en la roca. Basta con agacharse para captar la esencia misma de la vida. Plantas de formas extrañas, como la «Oreja de Zorro» (Aristolochia chilensis), interpretan una partitura espléndida y efímera durante unos días, unas semanas. Observa una flor, una planta, admira su delicadeza, su color casi irreal, los contrastes de sus tonos, capta su obstinada persistencia, intenta comprender por qué ha echado raíces en esta tierra, este barranco, este valle, esta arena… y déjate llevar por la contemplación.
En estos lugares, poco propicios para la vida, se han identificado 220 plantas, de las cuales 206 son nativas de Chile y 14 son endémicas de la Región de Atacama. Todas estas variedades reflejan la biodiversidad de este ecosistema único. El Parque Nacional Llanos de Challe, en la costa del Pacífico, y especialmente el sector de Carrizal Bajo, un pueblo costero, es un laboratorio al aire libre. Su particular geografía está formada por terrazas costeras rocosas, llanuras arenosas, barrancos interiores y laderas que forman la Cordillera de la Costa, que culmina a 800 metros de altitud. Este territorio alberga una flora de pequeños arbustos, suculentas, cactus y flores que los científicos vigilan de cerca por su posible desaparición. He aquí algunas de las flores consideradas en peligro, clasificadas como vulnerables o amenazadas de extinción: la «Garra de león» (Leontochir ovallei), la «Copiapoa de Carrizal» (Copiapoa dealbata), el cactus «copaos» (Eulychnia breviflora), los «lirios de campo» (Alstroemeria werdermannii, Alstroemeria philippii…). La fauna, bastante escasa, compuesta por insectos (maravillosos polinizadores), aves, roedores, mamíferos (como el zorro del desierto), reptiles… ha aprendido a sobrevivir en este entorno extremo. La piel moteada de la iguana «chilena hembra» (Callopistes maculatus) le permite mimetizarse con la arena y escapar de los depredadores. A lo largo de las carreteras principales, las señales indican la presencia del guanaco (primo salvaje de la llama) y piden precaución. Este camélido salvaje protegido recorre largas distancias en grupo en busca de alimento. Puede verse sigilosamente a lo lejos, en lo alto de las colinas. Su grito agudo se oye por encima de todo, alertando a sus congéneres del peligro. Y por todas partes hay carteles que recuerdan las normas que hay que respetar: seguir los senderos marcados, no cortar flores, no recoger semillas ni tubérculos, hacer fotos sin aplastar la flora, no dejar basura, no hacer ruido excesivo, no dejar suelta a la mascota, respetar la fauna… El ecosistema es tan frágil que merece toda nuestra atención.
Nuestro guía Ercio conoce los valles y barrancos donde se pueden ver los especímenes vegetales más bellos. La rarísima «Garra de León» amarilla es objeto de gran interés para los aficionados apasionados. Pero este día sólo se verá la versión roja, colgada en las alturas. Más adelante en el sendero, caminantes de todas las edades, familias sentadas junto a sus camionetas para disfrutar de un amistoso picnic. Más insólito será el encuentro
con jóvenes bailarinas de barra. Vestidas con sexys trajes de baño, párpados brillantes y pintalabios escarlata, giran en el aire, suspendidas de una barra vertical, al borde de la carretera C10, no lejos del cruce con la C370. El malva de las flores destaca en el fondo. Las mujeres jóvenes saltan y realizan figuras acrobáticas. Cada uno hace suyo el desierto, a su manera.
Viajar por la Región de Atacama también significa encontrarse cara a cara con una geografía y una geología únicas. Al norte de Copiapó, en unas decenas de kilómetros, se pasa de los campos floridos a las dunas de arena. Este territorio de más de 330 km2 llamado «mar de dunas» es una sucesión de colinas gigantes que culminan a 1.640 metros sobre el nivel del mar. Ercio nos había prometido un amanecer inolvidable. Lo era. La subida de las dunas en camioneta (con los neumáticos desinflados para un mejor agarre en la arena), en la oscuridad, es épica: nos tambaleamos en todas direcciones, perdemos deliciosamente la orientación. Terminamos a pie, a la luz de las antorchas y en silencio. Estamos en una cresta. Inmovilidad, un momento intenso de meditación mientras esperamos a que amanezca. La noche se desvanece, dando paso a un amanecer lechoso, la magia es completa. La famosa «camanchaca», tan envolvente, se ha invitado a sí misma. Son casi las 7 de la mañana cuando los rayos del sol atraviesan el horizonte y la bruma se disipa, revelando una arena de color ocre, esculpida en infinitas ondulaciones. La niebla se escapa hacia el valle de abajo. Como en un ballet, este mar de nubes hace juego con el mar de dunas, regalándonos una fascinante ceremonia matinal.
Nos dirigimos ahora hacia el océano Pacífico con varias paradas a lo largo de la costa para descubrir Caldera, su puerto y su lonja (donde se puede degustar un ceviche preparado en el último momento por dos euros), las bahías aún desiertas al comienzo de la primavera, los pueblos de pescadores: Bahía Inglesa, Bahía Salada, Playa Blanca, Playa la Virgen, Puerto Viejo: Bahía Inglesa, Bahía Salada, Playa Blanca, Playa la Virgen, Puerto Viejo… Nos encontramos con Susana Aranguiz Feuereisen y su marido Marcelo Saavedra en Wara Nomade, un campamento de ocho tiendas al borde del océano, para un almuerzo de pescado con verduras a la parrilla y platos para compartir, todo recién preparado por la chef argentina Florencia Sosa. Susana es la dueña y artífice del hotel Wara, «estrella» en quechua, ubicado en Copiapó, y de esta extensión glamping. El día anterior la habíamos conocido, sola al volante de su camioneta, conduciendo por una pista de arena. «Fue mágico encontrarnos en medio de la nada, ¿verdad?», dijo riendo. Susana y Ercio se conocen desde hace décadas, ella confía en él y no duda en indicarnos un valle recóndito donde se ven colinas enteras llenas de flores. Una delicia absoluta…
Susana es una mujer comprometida. Tras estudiar en Santiago (construcción y paisajismo), llegó en 1984 a la Región de Atacama y se instaló en el pueblo de Totoral. No había agua corriente ni electricidad y sólo unos 60 habitantes. «Llegué muy joven con muchos sueños en la cabeza. Buscaba un sentido a mi vida, quería estar al servicio de la comunidad, ayudar a la gente que vivía con pocos recursos», explica. Permaneció en la aldea durante dieciocho años, iniciando proyectos de educación y vivienda, creando un concepto de vida autosuficiente con huertos orgánicos y energías renovables. Enseñó a las comunidades locales una técnica de construcción inspirada en la tradición «quincha» (construcción con adobe y paja), y patentó un nuevo sistema sostenible de techos de totora, técnica que también transmitió. Continuó su carrera como diseñadora de interiores en el Hotel Awasi San Pedro de Atacama. Después, el Hotel Wara y muchos otros proyectos sostenibles para los que recupera materiales que recicla. En 2016, recibió el premio «Empresaria del Año» de
la Cámara Nacional de Comercio y Turismo de Chile, en reconocimiento a su contribución al desarrollo de un turismo sostenible, innovador y visionario, salvando las tradiciones ancestrales del norte de Chile. Para esta mujer de convicciones, «el desierto es un lugar de paz, de meditación, una intensa fuente de inspiración. Cada floración despierta su alma infantil. Es activista y participa en acciones para preservar la flora y la fauna.
El desierto florido no sólo debe ser objeto de atención durante la floración primaveral. Este ecosistema también está terriblemente vivo con semillas y bulbos latentes, microorganismos no visibles a simple vista, pero que son la promesa oculta de futuras maravillas que hay que ganarse. La fauna es rara y debe protegerse. Conscientes de la urgencia de comprometerse con la biodiversidad, el Presidente de la República Gabriel Boric y su gobierno han anunciado la creación del Parque Nacional del Désert fleuri para el año 2023. Se abre así una nueva página ecológica que ofrece, como todos esperamos ardientemente, un futuro sereno a este territorio de belleza tan asombrosa como frágil.
Para más información
El sitio web de la Corporación Nacional Forestal (CONAF), dependiente del Ministerio de Agricultura, ofrece abundante información sobre el desierto florido y las medidas adoptadas por el gobierno para preservar la biodiversidad (Conaf.cl/parques-nacionales/conservacion-de-especies/el-desierto-florido-en-chile/).
Cómo llegar
Air France (3654; Airfrance.fr) tiene un vuelo diario de París-Charles-de-Gaulle a Santiago de Chile. Desde 738 euros ida y vuelta en clase Turista.
Organice su viaje
Chile Excepción (Chile-excepcion.com) es una agencia de viajes francófona de lujo con sede en Santiago desde 2006, especializada en vacaciones a medida en Chile, con viajes combinados a Argentina, Bolivia, Perú y Paraguay. Viajes individuales con conductor-guía privado o en fórmula Autotour. Nuestro equipo es reconocido por su conocimiento del terreno y la calidad de sus roadbooks, por la construcción de programas originales. A su llegada a Santiago, su asesor de viajes le recibirá en su hotel, le detallará la ruta, mapas y roadbook en mano. La agencia está disponible 7 días a la semana durante el viaje. Además de su estancia, Chile Excepción ofrece en su sitio web una completa guía de viaje para preparar su estancia en Chile, con mapas turísticos originales, una presentación de Chile por regiones (50.000 fotos y 100 vídeos) y temas clasificados por temas para comprender mejor las riquezas del país. Chile Excepción propone un descubrimiento de la región de Copiapó (dunas de arena, mina Santa José, valle de Copiapó, Laguna del Negro Francisco, Laguna Santa Rosa, Laguna verde, salar de Maricunga, termas de Juncal, Chañaral, Caldera, Bahía Inglesa, playa La Virgen, Valparaíso). Estancia de 10 días/9 noches, precio desde 3.330 euros por persona en base a dos personas en habitación doble, con salida desde Santiago incluida: 2 vuelos nacionales Santiago/Copiapó ida y vuelta en clase turista, tasas de aeropuerto, 9 noches en 6 hoteles, refugios o pensiones, 9 desayunos, 5 almuerzos y 4 cenas, todos los traslados y viajes en vehículo privado, uso exclusivo de chófer-guía privado, city tour con guía privado en Santiago y Valparaíso, entradas a los parques Nevado Tres Cruces y Pan de Azúcar.
Nuestra selección de alojamientos
Hotel Wara (Wara.cl) Situado no muy lejos de Copiapó, este hotel boutique, inaugurado en 2014, es propiedad de Susana Aranguiz Feuereisen. Arquitecta y paisajista, la diseñó íntegramente con materiales sostenibles como el cob, inspirado en la tradición de la quincha. La decoración de estilo bohemio aprovecha al máximo los materiales reciclados, con artesanía por doquier, como las preciosas telas de colores. El jardín de cactus con bancos para descansar a la sombra de las terrazas. Las habitaciones, con chimeneas interiores, tienen cada una su propio patio privado con terraza. Piscina muy bonita resguardada de la vista con camas de descanso alrededor de la piscina. El restaurante es popular entre la clientela local. No dude en prolongar su estancia en Wara Nomade, su segunda dirección frente al Pacífico: este campamento de ocho tiendas, con los pies en la arena y acceso directo al mar, es un interludio encantador y ultraexclusivo que puede vivirse como un retiro de zenitud.
Comer fuera
En Copiapó, el restaurante del Hotel Wara (Wara.cl) es una referencia. El restaurante tiene una decoración fresca con bancos y, por la noche, un ambiente a la luz de las velas con una chimenea. Sirve cocina fresca con ingredientes ecológicos y locales. La carta está diseñada por la joven chef argentina Florencia Sosa, que sabe realzar con delicadeza pescados y mariscos. Cuente con entre 16 y 20 euros por plato. Una muy buena lista de vinos chilenos y cócteles, no podemos resistirnos a su Pisco Sour.
En Bahía Inglesa, el restaurante El Plateo (56.9.6677.5174), en el paseo marítimo, justo enfrente, sirve cocina típica regional con ensaladas, ceviche, verduras cocidas, marisco… Precios asequibles, unos 13 € por plato.
Al otro lado de Bahía Inglesa, el restaurante Tumorrou es una cabaña de playa, (56.9.9627.7965) situada en la playa de El Morro. Podrá disfrutar de pescado y marisco exquisitamente fresco con los pies en la arena. Los precios son asequibles, unos 14 € por plato.
Artesanía
La tienda del Hotel Wara (Wara.cl), en Copiapó, donde Susana Aranguiz Feuereisen, la dueña, busca bellas artesanías de las comunidades locales, como esta hermosa selección de telas y mantas tejidas por las mujeres colla. El pueblo colla, trashumante, se define como un pueblo de altitud, de nieve, de frío. Viven en la Región de Atacama, pero también en Argentina. Las mujeres tejen en sus casas mientras continúan con sus tareas cotidianas. Perpetúan un arte tradicional de tejer utilizando únicamente tintes vegetales. Cada tejedora crea tejidos originales en colores vivos o en tonos naturales inspirados en los colores del desierto. Viven en Pastos Largos, al sur de Vallenar, en otro valle llamado La Puerta, camino a la Laguna Santa Rosa y al Parque Nacional Nevado Tres Cruces.
El taller de la ceramista y tejedora Ivonne Díaz Alcota (instagram @artepacha) en la Hacienda San Pedro, ubicada en la zona de dunas, no lejos de Piedra Colgada, a unos 25 km al este de Copiapó. Desde hace más de 20 años, Ivonne utiliza técnicas y habilidades propias de su pueblo colla, como trabajar las noches de luna llena para extraer de ella una hermosa energía. Perpetúa las técnicas tradicionales de la quincha (mazorca de barro y
paja) para la construcción del hábitat tradicional. Y le gusta transmitir sus conocimientos. El taller, abierto a todos, es un lugar muy inspirador para presentar su trabajo (cerámica, tejido, construcción con la técnica de la quincha).
Visite
Museo Minero de Tierra Amarilla (56.52.232.9136). Este museo, inaugurado hace 10 años, recuerda la riqueza en minerales (cobre, litio…) de los suelos del desierto de Atacama. En una casa, antiguo edificio administrativo de la antigua mina Agustinas, se exponen los minerales, así como las antiguas máquinas utilizadas durante su extracción.
En Copiapó, El Museo Mineralógico (instagram @mineralogico_uda) forma parte de la Universidad de Atacama. Posee la mayor colección mineralógica de Chile.